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¿Las plantas pueden comunicarse entre ellas?

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¿Pueden las plantas comunicarse? Claramente no lo parece. No tienen un sistema sensorial o nervioso complejo como los animales, y parecen bastante pasivas mientras toman sol y responden por inercia a factores como la luz y el agua. Pero por extraño que parezca, las plantas pueden comunicarse entre sí.

Al igual que los animales, las plantas producen todo tipo de señales químicas como respuesta a su entorno y pueden compartir esas señales entre sí, especialmente cuando sufren un ataque. Estas señales tienen dos rutas: a través del aire y a través del suelo. Cuando las hojas de las plantas sufren, sea por insectos hambrientos o por un cortacésped invasor, liberan penachos de sustancias químicas volátiles responsables del aroma a hierba recién cortada. Ciertos tipos de plantas como las legumbres de lima y la artemisa pueden detectar dichos mensajes transmitidos por vía aérea y ajustar su propia química en consecuencia.

En un experimento, se dañaron hojas de artemisa deliberadamente, fueron insectos o científicos manos de tijera. Durante todo el verano, otras ramas de la misma planta de artemisa fueron menos afectadas por otras clases de insectos y lo mismo ocurrió con ramas de arbustos vecinos, sugiriendo que habían reforzado sus defensas anti-insectos. Solo el paso de aire por encima de una planta recortada a otra hizo que la segunda planta fuera más resistente a los insectos. Estas señales por vía aérea aumentan la probabilidad de supervivencia de las plántulas, y ayudan a que plantas adultas produzcan más ramas y flores nuevas.

Pero ¿por qué advertiría una planta a sus vecinos de un peligro, especialmente si están compitiendo por los recursos? Podría ser un accidente, consecuencia de un mecanismo de autodefensa. Las plantas no pueden desplazar la información a través de sus cuerpos tan fácilmente como nosotros, especialmente si el agua escasea. Así que las plantas dependen de estos productos químicos transmitidos por vía aérea para pasar los mensajes de una parte de la planta a otra. Las plantas cercanas pueden oír esas señales, como tú oyes al vecino que estornuda y se medica contra el resfriado. Las plantas transmiten esas advertencias mediante diferentes lenguajes químicos.

Cada planta de artemisa, del mismo prado, alerta del peligro liberando unos productos químicos levemente diferentes. El contenido de este cóctel influye en la eficacia de la comunicación. Cuanto más similares son las huellas químicas de dos plantas, más fluida es la comunicación. Una planta será más sensible a las señales emitidas por sus propias hojas. Pero debido a que estos productos químicos parecen ser heredados, al igual que los grupos sanguíneos humanos, las plantas de artemisa se comunican de manera más eficaz con los familiares que con los extraños. Pero a veces, incluso otras especies pueden beneficiarse. Plantas como la del tabaco o el tomate pueden descifrar las señales de advertencia de la artemisa.

Las plantas no tienen que confiar únicamente en las señales aéreas. Algunas pueden viajar por debajo de la superficie también. La mayoría de las plantas tienen una relación simbiótica con los hongos que colonizan las raíces de las plantas y les ayudan absorber agua y nutrientes. Estos filamentos fúngicos forman redes extensas que pueden conectar plantas individuales y así crear una súper carretera subterránea de mensajes químicos. Cuando una planta de tomate responde a una plaga activando genes y enzimas que combaten la enfermedad, las moléculas producidas por su sistema inmunitario pueden viajar hacia una planta sana y pedirle que ponga en marcha su sistema inmunológico también. Estos avisos anticipados aumentan sus posibilidades de supervivencia.

Las plantas de legumbres también espían cual es la salud de las demás a través de esta red de hongos. Una plaga de pulgones en una planta desencadena en su vecino la producción de compuestos que repelen a los áfidos y atraen a las avispas que se alimentan de pulgones.

Si se piensa en la comunicación como un intercambio de información, entonces las plantas parecen ser comunicadores activos. Están enviando, recibiendo y respondiendo señales sin hacer ruido, y sin un cerebro, una nariz, diccionarios o Internet. Y si podemos aprender a hablar con ellas de modo que nos comprendan podemos tener una nueva y poderosa herramienta para proteger nuestros cultivos y otras especies valiosas. Todo esto plantea la pregunta: ¿qué más nos estamos perdiendo?

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